4 de diciembre de 2010

Balto: víctima de su belleza

Erase una vez un precioso cachorro de Husky que fué adquirido por unos desinformados propietarios. "¡Que bonito es!, verdad?", le dijo uno al otro. "Si, es como Colmillo Blanco", le dijo el otro al uno. "Comprémoslo y nos lo llevamos a casa para los niños, es un peluche".
Y así fué como Balto (que así lo llamaron debido a la popular película de Disney), cayó en una familia desinformada.
Día a día, mes a mes, Balto crecía, y se hacía cada vez más fuerte y seguro de si mismo. Poco a poco su desinformada familia se fué informando de lo que en casa tenían. No tenían un perrito peluche, no que va... tenían un Huky Siberiano!!!!. y esta es la peor raza que una familia desinformada puede adquirir.
Se dieron cuenta rapidamente que tenían problemas serios. "No nos hace ni caso", "Es un perro que va a lo suyo, es muy independiente", "tira mucho de la correa y no podemos con él","es muy activo y no para quieto, no me deja ver la tele", "encima me gruñe cuando le bajo de mi sillón".
Y un buen día uno de los niños de estos desinformados propietarios molestó a Balto mientras dormía. Balto se asustó y marcó con sus dientes el brazo del pequeño. "Pero si nunca lo había hecho, siempre que los niños jugaban con él no les hacía nada", le dijo uno al otro. "Este perro está loco, lo llevaré a la perrera", le dijo el otro al uno.
Así fué cómo conocí a Balto. En el chenil de una perrera municipal. Una cara preciosa y una planta espectacular. Su seguridad en sí mismo y su independencia marcada por la falta de educación y ejercicio recibido por parte de sus desinformados propietarios, supuso que Balto mordiera a una empleada de la perrera municipal, firmando así su pena de muerte.


Balto murió de forma injusta. No recibió en ningún momento la atención que necesitaba: educación y ejercicio. Estos dos ingredientes le hubieran dado el equilibrio necesario para vivir feliz junto a su manada humana.
Sus desinformados propietarios limpiaron sus conciencias entregando a Colmillo Blanco a la perrera donde otra familia se encargaría de hacer feliz a su peluche. Balto no tuvo una segunda oportunidad y gracias a sus desinformados propietarios ni siquiera tuvo la primera oportunidad.
La pena y el desazón que recorre mis venas se aviva al pensar que estos desinformados propietarios vuelvan a adquirir otro perro, me da igual la raza, y que vuelva a suceder lo mismo que ocurrió este pasado verano, cuando un Gran Husky Siberiano, víctima de su belleza "cayó" injustamente.
Por y para todos los Perros y en especial los nórdicos. Que todos vuestros propietarios estén informados de lo que tienen entre manos para haceros felices.

José Heriberto Martínez
Educador Canino especialista en Razas Nórdicas

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